Rodrigo Paz es el presidente que hereda una dinastía política y abrirá un nuevo ciclo político
Bolivia eligió a su presidente número 65 y la historia volverá a repetirse con un apellido que ya forma parte del gen políticO del país: Paz. Rodrigo Paz Pereira, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), se impuso con el 54,5% de los votos en la segunda vuelta y se convertirá, el próximo 8 de noviembre, en el nuevo mandatario de la nación, cerrando el largo ciclo del Movimiento al Socialismo (MAS) y abriendo una nueva etapa política y económica en el año del Bicentenario.
Si bien el resultado es preliminar fue difundido con fines informativos en el contexto del Sistema se Resultados Preliminares (Sirepre) que aplicó el Tribunal Supremo Electoral (TSE), el presidente de esa entidad estatal, Óscar Hassenteufel, aseguró que se trata de una tendencia “irreversible” de cara al conteo oficial que podría terminar dentro de las próximas 60 horas.
El hijo del exilio
Paz Pereira nació el 22 de septiembre de 1967 en Santiago de Compostela (España) durante el exilio de sus padres: Jaime Paz Zamora, quien gobernó Bolivia entre 1989 y 1993, y Carmen Pereira, ciudadana española. Posee doble nacionalidad y se formó en Economía y Relaciones Internacionales, con una maestría en Gestión Política por la Universidad Americana de Washington (EE.UU.).
Su historia política está marcada por la herencia familiar. Su padre es sobrino del histórico líder de la Revolución Nacional de 1952, Víctor Paz Estenssoro, lo que convierte a Rodrigo en el tercer miembro de la dinastía Paz en alcanzar la jefatura del Estado. Además de la familia Siles, los Paz han tenido un peso tan decisivo en la presidencia boliviana a lo largo de dos siglos.
Heredero de una estirpe
Aunque inevitablemente ligado a la figura de su padre, Rodrigo Paz labró su propio recorrido en la política. Su carrera comenzó a los 30 años y se consolidó en distintos espacios. Fue diputado nacional (2002–2009), concejal y presidente del Concejo Municipal de Tarija (2010–2015), alcalde de Tarija (2015–2020) —cargo en el que obtuvo el 55% de apoyo— y senador por Tarija (2020–2025).
Desde esos espacios, construyó una imagen de gestor dialogante, con inclinación hacia el consenso y la modernización institucional. Durante su Alcaldía, impulsó obras de infraestructura urbana, aunque su gestión también fue cuestionada por el proyecto del Puente 4 de Julio, por el cual la Fiscalía le abrió un proceso por presunto daño económico. A solo horas del balotaje de este domingo la justicia determinó que no hubo daño económico en esa obra.
El político que baila sin máscara
A diferencia de su padre, Paz Pereira es un intelectual reservado y de verbo pausado. Rodrigo se caracteriza por su cercanía con la gente. Desde 2022 recorrió el país “de pueblo en pueblo”, apostando por la conexión directa con sectores populares. En festividades folclóricas se lo vio bailando morenada sin máscara, un gesto que él mismo justificó: “Para que me reconozcan los que nunca han creído que un político los mire de frente”.
Ese estilo, sumado a un discurso moderado y a una campaña centrada en la reconciliación, le permitió tejer una red de alianzas con jóvenes, clases medias urbanas y sectores campesinos e interculturales.
Entre luces y sombras
El binomio Paz–Lara —con Edmand Lara, un dirigente popular y ex funcionario policial como vicepresidente electo— generó tensiones y, a la vez, un equilibrio inédito. Lara encarnó el discurso popular y combativo, mientras que Paz mantuvo el tono institucional y democrático.
Analistas como Marcelo Silva sostienen que esa dualidad fue clave para el triunfo: “El PDC logró unir dos almas del país: la experiencia política y la irrupción popular”.
Un nuevo ciclo histórico
La elección de Rodrigo Paz coincide con un momento crucial: Bolivia transita el fin del ciclo populista iniciado en 2006 con Evo Morales y la refundación del Estado Plurinacional. La crisis económica —marcada por el déficit fiscal, la escasez de dólares, la caída de la producción de gas y la inflación— exige soluciones inmediatas.
El propio Paz lo resumió en su discurso de victoria: “El presidente electo es un servidor público. Nuestro mandato es enfrentar la crisis del gas, del dólar y de los precios, y reconstruir el sistema democrático y las instituciones”.
Presidente del Bicentenario
Su mandato se da en el contexto del año del Bicentenario de la fundación de Bolivia (1825–2025), lo que le otorga un carácter simbólico. Es el presidente del país en sus 200 años de vida independiente. Su elección marca además el periodo presidencial número 90 de la historia nacional.
El conteo oficial del Tribunal Supremo Electoral (TSE) lo reconoce como el presidente número 65, en la línea sucesoria constitucional. A diferencia de lo que pudo lograr su rival, Jorge Tuto Quiroga, quien ya había ocupada la Presidencia en 2001 por sucesión constitucional, Paz ingresará por primera vez al Palacio Quemado mediante el voto directo.
Un apellido que vuelve al poder
El apellido Paz regresa a la Presidencia después de 32 años, completando un linaje que recorre toda la historia moderna de Bolivia:

