NACIONAL

Bicentenario: Un coro de 2.500 niños interpretará música hecha en Bolivia junto a la Orquesta Sinfónica Nacional

Juan Quinquiví dirigirá la Orquesta de Cámara y el Coro Polífónico de la Universidad San Francisco Xavier en el contexto de este proyecto que estará bajo la dirección del maestro Daniel Montes de la Orques Sinfónica Nacional. 

La historia de Bolivia también puede cantarse. El próximo 2 de agosto, en el Teatro al Aire Libre de Sucre, 2.500 niños de todo el país se unirán para abrir con música la agenda central por el Bicentenario de la independencia. El Gran Coro Infantil compartirá escenario con la Orquesta Sinfónica Nacional y el Coro de la Universidad San Francisco Xavier en un concierto que evocará los sonidos del país a lo largo de dos siglos.

El repertorio incluye canciones tradicionales de los nueve departamentos, el Himno Nacional y la emblemática “¡Viva mi patria Bolivia!”. La presentación —prevista para las 18:00 del sábado 2 de agosto— busca ser mucho más que un homenaje: es la expresión de un país que se reconoce en su música.

La Orquesta de Cámara y el Coro Polifónico de la Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca participará del Concierto que será dirigido por el maestro Daniel Montes director de la Orquesta Sinfónica Nacional de Bolivia.

“Vamos a interpretar repertorio nacional. Es como una recopilación de canciones de todo el país. Todo ha sido preparado para ser interpretado de manera conjunta con la Sinfónica y el Coro Universitario”, contó el maestro Juan Quinquiví, quien dirige el Coro Polifónico de la Universidad San Francisco Xavier. 

Añadió que el proyecto fue impulsado en coordinación con el director de la Sinfónica Nacional, y que la participación de los niños es clave para darle una dimensión intergeneracional a esta celebración.

Música para reconstruir la historia

Juan Quinquiví es historiador musical. Desde hace años reside en Sucre, donde lidera la Orquesta de Cuerdas y el Coro Polifónico San Francisco Xavier, instituciones desde las cuales ha rescatado valiosas partituras del siglo XIX, incluyendo obras del prolífico compositor peruano Pedro Ximénez Abrill Tirado, uno de los músicos más influyentes en los inicios de la república boliviana.

Una de las piezas más emblemáticas que rescató fue la “Misa 20”, compuesta en 1833 por Ximénez Abrill para la Catedral de Sucre. “En 2019 encontré la partitura en un anticuario. Hice la transcripción y crítica para su interpretación moderna. Fue parte de mi tesis de maestría en Artes Musicales”, explicó Quinquvi.

Ximénez Abrill llegó a Sucre invitado por el mariscal Andrés de Santa Cruz para ser Maestro de Capilla. No solo compuso música religiosa, sino también piezas seculares, huayños, yaravíes y canciones populares. “Fue un músico bohemio que componía para todos los estratos sociales, incluso para fiestas de salón”, recordó Quinquiví, quien ha publicado varias colecciones de su repertorio gracias al respaldo del Archivo y Biblioteca Nacional de Bolivia (ABNB) y de la Fundación del Banco Central.

Un legado en riesgo de silencio

La Unesco ha reconocido las partituras de Ximénez Abrill y otros compositores de su época como parte del programa Memoria del Mundo. Sin embargo, Quinquiví insiste en que no basta con conservarlas: “Como músico, no me gustaría que esto quede solo en papel. Esta música tiene que escucharse”.

Por eso, su trabajo va más allá de los archivos. Actualmente, lidera un proyecto para recuperar también la música de tradición oral del oriente boliviano, con grabaciones que datan de las primeras décadas del siglo XX, muchas inspiradas en la memoria de su abuelo, músico de capilla en San Ignacio de Velasco. “Estoy haciendo arreglos para que esa música vuelva a sonar”, señaló con entusiasmo.

Bicentenario con identidad musical

La participación de Quinquiví y su coro en el Bicentenario no es casual. Es el fruto de una vida dedicada a descubrir y compartir el sonido de la historia boliviana. El concierto del 2 de agosto será una síntesis de ese compromiso: niños cantando canciones de sus pueblos, una orquesta nacional que acompaña y partituras que nacieron cuando Bolivia apenas daba sus primeros pasos como nación.

“Se puede reconstruir la historia desde la música. Somos un país muy rico musicalmente, pero muchas de nuestras obras están aún en archivos particulares o anticuarios. Hay que sacarlas a la luz”, concluyó.

Desde Sucre, el maestro Quinquiví será el embajador de esa memoria sonora que, dos siglos después, sigue cantando. EL DEBER

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